miércoles, 10 de diciembre de 2014

El sabor ibérico: tosta de jamón (#jamonTS)


El pasado domingo se abrió en casa de mi abuela un debate súper serio e interesante de los que me gustan a mí, con gente adulta opinando en base a la experiencia y al sentido común: caaarnes. 

Sé que mucha gente piensa, viendo mis compras semanales, mis visitas a la tienda vegana y lo que hay normalmente en mi nevera, que podría ser vegetariana. Pero nada más lejos de la realidad. Si bien no acostumbro a tomar carne por sistema en mi dieta, me gusta incluirla al menos un día a la semana, porque la verdad es que me gusta mucho. Sin embargo, respeto muchísimo a la gente que es vegetariana o vegana, me parece una forma de vida igualmente válida y lo cierto es que en el último año he introducido muchos cambios en mi alimentación influenciados precisamente por libros, blogs y en general recetas veganas y vegetarianas. 

Pues el otro día, discutiéndolo en familia, llegué a la conclusión que si existe alguna carne a la que no podría renunciar, o sin la que me costaría muchísimo vivir, es el jamón. Me encanta el jamón, asado, ahumado, a la plancha, a la parrilla… pero lo que más me gusta es el jamón curado. Se me hace la boca agua sólo de pensar en el jamón ibérico, curado, con un poco de aceite de oliva sobre un trozo de pan. Dioooooos.


Así que cuando desde La cocina Typical Spanish me mandaron el ingrediente para el reto de diciembre, no me pude alegrar más: era, por supuesto, ¡el jamón! Y como me pirro por el jamón curado, no me pude resistir a hacer una tosta como dios manda. 


Esta receta es una recreación personal que, la verdad, tiene bastante historia detrás. Tengo que empezar contando un dato importante, y es que aunque soy y vivo en Galicia, tengo familia en el sur. Gracias a esto, he viajado los últimos años con bastante asiduidad a Andalucía, concretamente a Granada y Almería, aunque también he podido visitar Málaga y Sevilla. Y he de reconocer que allí se comen las mejores tostadas de aceite, tomate y jamón que he probado nunca. Cómo se nota que se controla el producto, madre mía… Vale que también, gracias a mi cuñado, he podido ir a sitios en los que ya se sabe que tienen muy buena mano con el jamón y con una calidad reconocida, pero aun así en general puedo decir que la fama es merecida. Da la casualidad que en los últimos años, en Galicia, y concretamente en mi adorada Compostela, se han multiplicado los bares de tapas y los restaurantes en los que sirven tostas. Pero tostas de las buenas, que a veces te las sirven de plato único y llegas perfectamente a la cena sin picar durante la tarde. Yo, por supuesto, encantada: me encanta el pan, y mucho más si va acompañado de un buen aceite de oliva y, si puede ser, jamón recién cortado.


Con todo esto en mente, he querido adaptar mi idea de tosta ideal a partir de algunas que he tomado en Andalucía, y con elementos de la tierra al más puro estilo “typical spanish”. Esta tosta está hecha con pan de bolla galega, aceite de oliva virgen extra andaluz (de Málaga), centro de jamón serrano Torre de Núñez, paté casero de tomates secos, queso Arzúa-Ulloa, y espárragos trigueros. 


Es una receta sencilla y muy vistosa, y aunque está mal que sea yo quien lo diga, ¡está riquísima! Y es que hay sabores que no fallan. Os dejo con la receta, a ver qué os parece.

Receta de tosta de jamón ibérico 
- 4 raciones de buen pan. Yo he usado mini-bollas gallegas que venden en mi zona, pero por supuesto aquí se elige según el gusto de cada uno. Eso sí, que el pan sea de buena calidad mejora mucho el resultado final.
- 200 gr de jamón ibérico al corte. Yo he usado centro de jamón Torre de Núñez por dos razones: es de mi tierra, y además es una muy buena opción en relación calidad –precio. Está claro que con un jamón de mayor calidad podremos obtener resultados espectaculares, pero con este, sin gastarnos el sueldo del mes, acertamos seguro.
- 400 gr de paté de tomate seco, pesto de tomate seco o tumaca*.
- 250 gr de queso Arzúa-Ulloa. Yo he usado queso Bama porque, de nuevo, es un queso gallego muy rico, y además porque le aporta jugosidad a la tosta. Pero podéis optar por un queso más aromático, o un queso curado, por ejemplo*.
- Un manojo de espárragos trigueros (sobre 20 espárragos).
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal gorda.

* Ver anotaciones finales

Comenzamos lavando los trigueros y desechando los tallos. Calentamos una cucharada de aceite en una sartén, echamos los espárragos junto con una pizca de sal, y los rehogamos a fuego medio-alto durante 10 minutos. Queremos que estén cocinados, pero al dente, de manera que no requieren mucho más tiempo que este. Cuando estén listos, apagamos el fuego y los dejamos en la sartén tapados para que no pierdan el calor, o bien (si tenemos vitrocerámica o inducción), los dejamos a fuego muy bajo para que conserven la temperatura (yo en mi cocina bajé la temperatura al 2 y los dejé así).

Calentamos el horno, a 150º con calor arriba y abajo. Cortamos el pan según la forma deseada; en mi caso, que he usado bollas gallegas (de tamaño mini, por supuesto), las he cortado a la mitad para que la tosta de pan tuviera unos 2 centímetros de alto. Podéis hacerla más ancha o más fina, en mi caso quería aprovechar la buena miga que tienen estos panes y por eso escogí este tamaño, pero depende mucho del pan que utilicéis y del corte que hagáis. Una vez hemos cortado el pan en raciones, las colocamos en el horno sobre una rejilla y dejamos que se vayan calentando por ambos lados. Una vez observemos que empiezan a dorarse, pondremos el grill y los dejaremos unos 5 minutos más, controlando que el tostado sea el adecuado: debe quedar dorado por los bordes, y la miga jugosa por dentro. 

Mientras esperamos a que el pan termine de tostarse, presentamos los ingredientes: por un lado el jamón cortado en lonchas muy finas; el queso, que presentaremos cortado en raciones pequeñas pero con cuerpo, para que al colocarlo en la tosta se derrita por el centro; el paté o las rodajas de tomate; y los espárragos. 

Sacamos el pan del horno, lo ponemos en los platos donde vayamos a servir las tostas, y colocamos los ingredientes de la siguiente forma: de base tendremos el pan; después, untaremos el paté te tomate, o bien añadiremos rodajas de tomate sobre el pan; encima colocaremos el jamón, más o menos 2-3 lonchas por comensal; acto seguido colocaremos el queso, y encima los espárragos trigueros, bien calientes. Podemos terminar coronando nuestra tosta con un poco de aceite de oliva virgen extra, y estará lista para ser servida.


Consejos/Variaciones:
  • El paté de tomate seco es casero, lo hemos hecho esta semana a modo de “experimento”, y todavía necesita algunas correcciones de sabor. Es por eso que aún no he incluido la receta. De todas formas, tenéis infinitas propuestas en la red que os pueden inspirar, o podéis comprarlo hecho. Si no, es una tosta que va perfectamente con tumaca, tomate natural rallado con un poco de sal, o mismamente rodajas de tomate natural.
  • Igualmente, podéis poner el queso que prefiráis. Otra opción que barajé era usar queso San Simón (ahumado), porque le da una potencia de sabor a los platos que a mí me parece tremenda. Sin embargo, esto va un poco según lo que busquéis: si el jamón es el auténtico protagonista, no deberíais enmascararlo demasiado, por lo que un queso con mucho sabor desmerecería un poco el jamón de la tosta. Por eso finalmente me decidí por un Arzúa-Ulloa, porque es perfecto tanto por sabor (suave) y textura (jugoso y tierno, perfecto para preparaciones templadas, porque funde de lujo).
Y esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado mi tosta de jamón, a mí lo cierto es que me parece un clásico que triunfa siempre. Es un plato muy de la tierra, que admite variaciones tanto de sabor como en función de las intolerancias que se puedan parecer: por ejemplo, podemos cambiar el pan por pan sin gluten o pan de espelta en caso de que seamos celíacos; y si somos intolerantes a la lactosa, pues podemos emplear un queso de leche vegetal, o bien prescindir del mismo (cuando el jamón es bueno… ¡qué más podemos pedir!). 

Además, es un plato que podemos servir estas Navidades, tanto como entrante, si empleamos raciones medianas, ¡o se puede transformar en canapés!, algo que a mí me encanta hacer, y servirlo como aperitivo.

Si lo probáis, dejadme vuestras impresiones en los comentarios, me encantará saber qué os ha parecido. Y si queréis ver otras recetas del reto #jamonTS sólo tenéis que pulsar aquí

Besiños!

Información nutricional:
Calorías totales: 2795 kcal
Calorías por ración (4 raciones/tostas): 699 kcal

domingo, 7 de diciembre de 2014

Christmas is coming! Apfeltaschen o empanadillas de manzana (FoodBloggers Ttm)


Desde que empezó diciembre, mi sobrino pequeño nos manda a todos en casa a cantar villancicos por la noche antes de ir a cama. No es una opción: coge su batuta (improvisada, por supuesto), nos pone a todos en fila, y ale, a cantar todos. ¡Y ojito con equivocarse! Que como alguien diga una palabra más o termine a destiempo, hay que empezar de nuevo. En resumen: estoy del “arre borriquito” hasta el moño, y aun no estamos a mediados de mes.


Deduciréis, por tanto, que en mi casa el espíritu navideño ya ha empezado a hacer mella en todos. Y no me quejo: la Navidad es mi época favorita del año, la mejor fiesta de todas. Desde siempre. Así que, en el fondo, me gusta esto de empezar ya a pensar en recetas festivas, en galletas especiadas, en chocolate a la taza y roscón de Reyes.


Así que no me he quejado ni un poquitín cuando he visto las propuestas del Reto Foodbloggers Trotamundos para este mes, pues nos transportan nada más y nada menos que a Alemania, un país en el que hace tiempo que pienso automáticamente cuando alguien dice “compras” y “Navidad” en una misma frase. Y es que es ver en la televisión o en internet las imágenes de esos mercadillos navideños alemanes y me derrito por dentro. 

Si ya flipé el año que estuve en París la víspera de Navidad, con el mercado de los Campos Elíseos (que tuve que ver corriendo por motivos de horario, snif, snif), no quiero imaginar cuando tenga la oportunidad de viajar a Alemania en Navidad… aiiiiins, me sale una sonrisa sólo de pensarlo. 


Por eso, hoy os traigo una receta típicamente alemana, las apfeltaschen, que básicamente son una versión más individual del típico apfelstrudel, o pastel de manzana. Las apfeltaschen son empanadillas rellenas de manzana horneadas con almendra y pasas, aunque admite multitud de versiones, por lo que he podido ver en la red. Ya sabéis que yo soy dada a adaptar mucho las recetas, sobre todo para aligerarlas en carga calórica y para ajustarlas según las necesidades especiales de los que me rodean. Por eso, esta receta no lleva azúcar. Ni pizca. Y por tanto puede ser apta para diabéticos. 


Tengo que agradecer a Leila de La nueva cocina de Leila por ser la anfitriona del reto de este mes, y proponernos unas recetas tan fantásticas. Y también a Aisha de La cocina de Aisha, y Mon, de April’s kitch por administrar una comunidad tan genial como es la de Foodbloggers Trotamundos, y aceptarme en ella, por supuesto.



Sin más, os dejo con la receta. En mi casa ha gustado mucho, espero que a vosotros también. ¡A ver qué os parece!


Receta de Apfeltaschen (Empanadillas de manzana)
- 1 plancha de hojaldre
- 1 manzana red delicious (o del estilo, también vale la royal gala)
- Medio limón
- 1 cucharadita de edulcorante líquido (yo he usado aspartamo, pero la stevia vale también)
- 2 cucharaditas de harina de almendras
- 3 cucharadas de almendras laminadas
- 2 cucharadas de pasas
- 1 cucharada de naranja confitada en dados o picada
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla

Pelamos la manzana y la cortamos en dados muy pequeños (brunoise), procurando que sean más o menos del mismo tamaño, las echamos a un cuenco y añadimos el zumo de medio limón para evitar que se oxiden. Removemos bien y añadimos enseguida el edulcorante líquido (también se pueden añadir unas gotas de miel, aunque si se padece diabetes es mejor evitar aumentar demasiado el índice glucémico). Añadimos la harina de almendras, la almendra laminada, las pasas, la naranja confitada (si la tenemos en rodajas, habremos de cortarla en cubitos pequeños) y removemos muy bien la mezcla, procurando que todos los ingredientes queden bien integrados. Por último, añadimos la canela y la vainilla, y con ayuda de una cuchara removemos de nuevo para mezclar bien los sabores. Tapamos la mezcla con papel film y metemos a la nevera durante aproximadamente una hora (yo la dejé casi dos pero con una es suficiente). Así aseguraremos que la manzana absorba todos los aromas y quedará un relleno mucho más sabroso.

Precalentamos el horno a 180º con calor arriba y abajo. Sacamos el hojaldre de la nevera y la extendemos en una superficie lisa. Cortamos la plancha de masa de la forma que más nos guste: yo he hecho cuadrados grandes y con el hojaldre que me sobró hice rectángulos más pequeñitos, pero esto va según el gusto de cada uno. ¡Creatividad a tope!

Sacamos la mezcla de la nevera. En cada cuadrado que hemos recortado, echamos una cucharada generosa de la mezcla. Debemos llenar bien la superficie del hojaldre dejando libres los extremos, pero sin miedo a echar demasiado (pensad que en el horno la masa se va a inflar mucho y no queremos que la proporción de masa supere a la del relleno). Así que sed generosos con el relleno, lo agradeceréis después. Cerramos cada empanadilla con otro cuadrado de igual tamaño, sobre el que haremos unos tres o cuatro cortes para que la masa respire en el horno. 

Colocamos las empanadillas en un papel sulfurizado, y las metemos al horno durante 20-22 minutos, o hasta que adquieran un tono dorado.

Consejos/Variaciones:
  • Si no sois diabéticos y queréis un relleno más dulce, podéis añadir una cucharada de azúcar moreno a la mezcla, le da un toque tostado muy rico y no enmascara demasiado el sabor de la manzana.
  • OPCIONAL: antes de meter las empanadillas al horno, podéis barnizarlas con un almíbar ligero. Os recomiendo calendar en un vasito unas cucharadas de agua y unos 20 gr de azúcar moreno. Removéis bien hasta que se haya disuelto y dejáis templar. Con ayuda de una brocha de cocina, pincelamos las empanadillas hasta haber cubierto de almíbar toda la masa y la metéis al horno. El aspecto no variará demasiado pero sí le aportará un sabor un poco más dulce a la masa de hojaldre.
  • Estas empanadillas permiten introducir numerosas variaciones en el relleno, pudiendo alterar la cantidad de especias, frutos secos o deshidratados en la medida en que prefiramos. Si os gusta mucho la canela, no hay problema en que en lugar de una cucharadita echéis dos o tres, y en lugar de pasas podemos poner arándanos, por ejemplo. ¡Vamos, que las adaptéis como más os gusten! :)

Recomiendo tomarlas templadas, cuando el relleno está todavía calentito, y el exterior crujiente. Pero no las comáis recién salidas del horno, el hojaldre podría estar todavía algo crudo y os puede sentar mal. Es mejor esperar a que se seque bien, la textura es infinitamente mejor.


Probadla y me contáis, ¡yo creo que no defrauda! Ahora os dejo, voy a aprovechar que tengo un puentecillo por delante para adelantar trabajo y así sacar tiempo libre para seguir horneando ;) En unos días, más y mejor, ¡nos vemos!

Un besiño!

Información nutricional de las empanadillas de manzana o Apfeltaschen
Calorías totales: 1238 kcal
Calorías por ración (6 empanadillas/raciones): 206 kcal

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Pan de Jamón (Reto Bake the World)


¡Ta-ta-ta-chán! Como ya avisé en la anterior entrada, traigo conmigo no sólo una nueva receta sino también un nuevo proyecto, o experiencia (no tengo muy claro cómo llamarlo todavía…), al que me he sumado con mucha ilusión. Y es que a partir de ahora voy a participar en los retos mensuales de Bake the World, un blog dedicado al pan en sus infinitas formas y variantes, capitaneado por Clara (www.missmigas.com/) y Virginia (http://sweetandsour.es/). Llevan ya mucho tiempo con este proyecto en marcha, que sigo desde que empecé el blog, y al que contribuyen cada mes multitud de bloggers con sus propuestas.

Este es mi primer aporte a la causa, y ya os aseguro que no será el último, pues espero poder participar en el reto cada mes siempre que mis obligaciones me lo permitan. De momento, estoy encantada, y por eso quiero agradecer a Clara su respuesta amable y la facilidad con la que nos presentan todas las propuestas, es una auténtica maravilla.


Este mes, toca una receta típicamente venezolana, el Pan de Jamón, que se suele preparar en Navidad para acompañar las hallacas, el pernil o la ensalada de gallina. La versión más tradicional lleva lonchas de jamón, panceta, pasas y aceitunas, pero como en Bake the World nos han animado a dar rienda suelta a nuestra imaginación (y ya sabéis que en este sentido no me puedo estar quieta, jeje), he decidido aportar mi toque personal al asunto. Por eso, este pan lleva pechuga de pavo en lugar de jamón, y también queso tierno, pasas, nueces, y queso de cabra desmenuzado. A mí el resultado me ha convencido, ¡espero que a vosotros también!


Además, he variado la receta de la propia masa de pan, reduciendo la cantidad de grasa, y cambiando el azúcar por miel. Por tanto, podemos decir que es un pan más sano, ya que contiene menos grasas saturadas tanto en el relleno como en el pan. También tengo que deciros que, a pesar de que opté aquí por mantenerme fiel al original, podéis intentar cambiar la harina de trigo por harina de espelta, o harina de arroz, y adaptarlo para celíacos, o incluso usar mitad harina normal, mitad integral, para añadir más fibra al pan. ¡Vamos, que ofrece un montón de posibilidades, por lo que lo recomiendo encarecidamente!


Receta de Pan de Jamón (adaptada de http://www.comedera.com/pan-de-jamon/)
- 300 gr de harina de trigo todo uso
- 9 gr de levadura fresca
- 105 gr de agua templada
- 60 gr de leche semidesnatada
- 7 gr de aceite de oliva suave
- 1 huevo batido
- 6 gr de sal
- 15 gr de miel
- 100 gr de pechuga de pavo en lonchas
- 100 gr de queso tierno en lonchas
- Una cuña pequeña de queso de cabra
- Un puñado de pasas
- Un puñado de nueces

En primer lugar, pondremos la harina en un bol haciendo un volcán. En un borde, colocamos la sal y la miel, y en el contrario, la levadura fresca. Vertemos el agua templada para activar la levadura, y dejamos reposar unos 10-12 minutos.

Añadimos unos ¾ del huevo batido, y reservamos el cuarto restante para barnizar el pan antes de meterlo al horno. Añadimos también la leche y amasamos hasta formar una masa homogénea. Aviso para navegantes: es muy pegajosa (como la de casi cualquier pan, vamos), así que paciencia. Por último, añadimos el aceite e integramos bien. Dejaremos reposar esta masa en un bol, en un lugar tibio, y lo dejamos leudar hasta que doble su volumen (yo precaliento el horno a 25 grados, lo apago e introduzco el bol, así me aseguro que tenga la temperatura adecuada y esté libre de corrientes de aire). Tarda aproximadamente una hora, pero dependerá de la temperatura a la que esté el pan y de la humedad que haya en vuestra casa.

Una vez haya doblado su tamaño, enharinamos una superficie lisa, la echamos encima y la desgasificamos aplanándola con las manos. Amasamos bien, añadiendo algo de harina si fuera necesario para que no se nos pegue (no debemos abusar, pensad que cuanta más harina añadamos, más compacta será la masa cuando la saquemos del horno, y no queremos comer una piedra verdad?). Estiramos la masa sobre un papel de horno, previamente enharinado, con la ayuda de un rodillo, hasta obtener un rectángulo de masa de aproximadamente medio centímetro de grosor. Ponemos una primera capa de pechuga de pavo, después otra de queso, el queso de cabra desmenuzado, y finalmente las pasas y las nueces, bien repartidas. 

Le damos forma al pan enrollándolo con cuidado, hasta llegar al borde, donde haremos presión para que no se nos abra durante el leudado. Un truco para esto, es voltear el pan, dejando el borde para abajo, así aseguramos que se selle bien con la presión que ejercerá el peso del propio pan. Volvemos a dejar leudar el pan hasta que doble de nuevo su tamaño, una hora aproximadamente, siguiendo las mismas instrucciones que os he dado antes (en un lugar templado sin corrientes de aire). Aviso: no os paséis con el leudado, sólo conseguiréis que vuestro pan se desparrame y se abra cuando lo metáis al horno. 

Precalentamos el horno a 180º, con calor arriba y abajo. Con el huevo batido que nos ha sobrado, y la ayuda de un pincel, barnizamos toda la superficie del pan, para que adquiera un tono dorado una vez esté cocido. Lo metemos al horno durante 20 minutos, o hasta que veamos que empieza a dorarse.


Espero que lo disfrutéis tanto como lo hemos disfrutado nosotros en casa. Aunque es un pan consistente, por el tamaño y el relleno, se puede hornear en cualquier momento ya que se puede congelar sin problema. Os recomiendo que lo cortéis en rebanadas (a mí me han salido unas 12), y las metáis en el congelador, así las tendréis disponibles en cualquier momento, sólo tendréis que meterlas en la tostadora unos 3-4 minutos. O también se puede descongelar a temperatura ambiente durante una hora, eso como veáis. A mí me gusta calentarlas en el tostador a la hora de cenar, calentitas y crujientes por fuera... En fin, que aun no he desayunado y ya estoy pensando en la cena...

Lo dicho, hacedlo, comedlo y luego me contáis. ¡Espero vuestras opiniones!

Un besiño!

Información nutricional del Pan de Jamón:
Calorías totales: 1800 kcal
Calorías por ración (12 raciones/rebanadas): 150 kcal

jueves, 20 de noviembre de 2014

Bizcocho de calabaza sin gluten


No suele ser lo normal en mí, pero me da la impresión de que este mes está pasando demasiado rápido. Y no será por despiste, que al fin y al cabo estoy harta de poner el día que es en los apuntes cada tarde. Pero es que no me cabe en la cabeza que estemos ya a 20 de noviembre.


¿¿Pero a dónde ha ido el resto del mes?? Si en una semana termino las clases ya, madre mía! Bueno, a ver, aclaración: termino con las clases teóricas, pero empiezo el período de prácticas, hacia las que tengo una mezcla de sentimientos que van desde la impaciencia, al nerviosismo y algo de temor. No por las prácticas en sí, sino porque es algo nuevo que siempre he tenido quizás demasiado idealizado en mi cabeza, y no sé… siempre pueden decepcionarme (o encantarme todavía más, quién sabe).
El caso es que aquí estoy yo ultimando preparativos y dejando a punto todos los trabajos que puedo para cuando llegue diciembre pueda dedicarme casi al 100% al Prácticum. Y claro, buscando huequecillos para relajarme y darle a la vena cocinillas.


Algunos estaréis pensando que esta receta tiene truco. Y no vais mal encaminados. Esta receta no es nueva, muchos la conoceréis de sobra, de hecho, ya que es la más visitada de todo el blog. Probablemente recordaréis este bizcocho de calabaza súper esponjoso que publiqué hace ya dos años (cómo pasa el tiempo, jolín). Y aquí he de hacer una confesión: este postre es una de mis elaboraciones estrella. Está rico, es muy versátil ya que tanto sirve como base para una tarta formal como para un desayuno de los buenos, y encima es bastante sencillo. Vamos, que los que no lo habéis hecho no sé qué estáis esperando, ahora que aún se puede encontrar alguna calabaza en el mercado.


Pero este bizcocho no es exactamente igual, y por eso merece una nueva entrada en el blog. Como ya dije en una entrada anterior, mi amiga Jeny me regaló hace casi un mes una preciosa calabaza de su huerta, natural 100%, de tamaño mediano, que en un principio sólo quería para una o dos recetas. Menuda sorpresa cuando me encuentro que la calabaza era prácticamente toda carne, vamos, que había allí materia aprovechable para alimentar a un regimiento. Pues allá fui yo, me embarqué en una nueva receta de galletas y después guardé dos raciones para hacerme unos revueltos con setas que estaban… en fin, riquísimos se quedan cortos. Y me quedaban aún dos raciones, así que, aprovechando que todavía no había postre para la comida del domingo en casa de mi abuela, decidimos repetir el tan alabado bizcocho de calabaza. Peeeero (siempre hay un pero últimamente…) no me valía esa receta, porque como os comenté ya, mi tío es celíaco y no puede por tanto tomar nada que contenga, entre otras cosas, harina de trigo. Como para los diabéticos ya se iba a encargar mi abuela de hacer una tarta de manzana, y esta receta tampoco lleva lácteos (mi madrina tiene intolerancia a la lactosa), lo vi claro: a adaptar se ha dicho! Pues justamente, dicho y hecho: os presento el nuevo bizcocho de calabaza sin gluten, apto para celíacos e intolerantes a la lactosa.

Bizcocho de calabaza (sin gluten ni lactosa)
-          3 huevos
-          200 gr de azúcar
-          70 gr de aceite de oliva suave (echar en hilo)
-          250 gr de calabaza rallada (pelada y sin pepitas)
-          45 gr de harina de garbanzo
-          155 gr de harina de arroz
-       16 gr de levadura (se podría usar un sobre de Royal pero no es apta para intolerantes a la lactosa; los que no tengáis este problema, podéis usar la que prefiráis)
-          Ralladura de medio limón
-          Una cucharada de canela
-          Una cucharadita de extracto de vainilla

Precalentamos el horno a 180º. Si ya tienes la calabaza congelada, o la has comprado fresca ya cortada, saltaos este paso.Si tenemos la calabaza entera, realizamos cortes profundos con la ayuda de un cuchillo en toda la superficie, llegando hasta el centro más o menos, e introducimos la calabaza en el horno para que se ase y después sea más sencillo quitarle la piel. La dejamos unos 20-30 minutos, dependiendo del horno, y después la dejamos templar. Cuando la temperatura sea la adecuada para que podamos manejarla sin riesgos, le quitamos la piel y la cortamos en rodajas. La pesamos y nos quedamos con 250 gr. Si ya tienes la calabaza congelada, o la has comprado fresca ya cortada, saltaos este paso. La rallamos y reservamos.

En un bol, batimos a velocidad baja los huevos, de uno en uno. Añadimos poco a poco el azúcar, sin dejar de batir, y cuando esté integrado echamos el aceite en hilo. Cuando la mezcla sea homogénea, echamos la calabaza rallada, poco a poco.

En otro bol, tamizamos la harina y la levadura juntas, y la añadiremos a la mezcla anterior en varias tandas. Integramos la masa siempre a velocidad baja, para que no se nos apelmace. Por último, añadimos la ralladura de limón, la canela y la vainilla.
Preparamos un molde apto para hornear, yo he utilizado uno redondo de 18 cm de diámetro, pero si usáis uno más pequeño os saldrá igual, aunque tened en cuenta que tendrá algo más de altura y tendréis que vigilarlo bien en el horno para que se os haga completamente por dentro. Horneamos 30 minutos, y transcurrido ese tiempo comprobamos con una brocheta o palillo que se haya hecho por dentro. Es muy importante que no abráis la puerta del horno si no han pasado mínimo 15 minutos desde que metisteis el bizcocho, porque se os puede hundir. Una vez esté hecho, lo dejamos enfriar en el molde. Desmoldamos y servimos.



 Y este es el resultado. Apetecible, no? En casa de mi abuela gustó mucho, y como era grande y había más postres, de lo que me sobró dieron buena cuenta mis compañeros de clase, especialmente Jeny, que recibió una porción con todas las de la ley (no iba a ser menos, teniendo en cuenta que el fruto de todo esto era su calabaza). Un éxito, queridos, un éxito.

Y con esto me despido. Próximamente, me tendréis publicando una receta para un proyecto nuevo al que me he sumado, probablemente muchos lo conozcáis pero para los que no... me guardo la sorpresa...

Un besiño!


Información nutricional:
Calorías totales: 2230 kcal
Calorías por ración (20 raciones): 111 kcal

viernes, 14 de noviembre de 2014

Desayuno saludable para diabéticos (Día Mundial de la Diabetes)



Bueno, sé que en la anterior entrada sugerí que la próxima receta sería algo salado pero algo me ha hecho cambiar de opinión en el último momento. Y es que hoy es un día muy especial, pues se celebra en todo el mundo el Día de la Diabetes (World Diabetes Day), y como algunos ya sabéis, es un tema con el que estoy muy sensibilizada por motivos personales.



En mi familia hay bastantes personas diabéticas, empezando por mis abuelos. La diabetes es una enfermedad que ha estado presente en mi vida desde que yo recuerde, aunque nunca le di demasiada importancia, quizás porque lo veía como algo cotidiano y que, al fin y al cabo, no me afectaba personalmente. Hace años, la cosa cambió, cuando pensamos que mi madre podría estar desarrollando diabetes tras recibir los últimos análisis. Y es que se trata de un problema de salud mucho más común de lo que pensamos, en el que además el factor hereditario juega un papel esencial.

Desde aquel día en mi casa las cosas cambiaron: dejamos de lado casi por completo los azúcares refinados, redujimos la ingesta de glucosa muy significativamente, y empezamos a investigar sobre la alimentación natural y saludable para prevenir la diabetes.



Y es que este es el concepto esencial que busco transmitir hoy: la prevención. Está demostrado en incontables estudios que los hábitos alimenticios pueden no sólo mejorar la salud de las personas diabéticas, sino retrasar la aparición de la enfermedad misma, y minimizar sus efectos.

Este año, desde la International Diabetes Federation han querido transmitir este mensaje, y por ello han decidido que el tema de este año y el que viene sea Healthy Living and Diabetes, o lo que es lo mismo, vida saludable y diabetes. Asimismo, han propuesto una iniciativa en la que el desayuno se convierte en el aspecto principal a resaltar de esta alimentación saludable. Por eso, he decidido contribuir con mi entrada a la iniciativa, para ayudar a difundir y concienciar sobre un tema como este.



Mi propuesta es un desayuno saludable individual, apto tanto para diabéticos como para los no diabéticos, que he organizado en función de la lógica siguiente:

  •  La limonada: con ella quiero resaltar la importancia de los cítricos en general. Tanto por su efecto anti-oxidante, como por su efecto anti-inflamatorio, las frutas cítricas resultan muy saludables para la mayoría de las personas. Además, contribuyen a ralentizar la absorción de azúcares a nivel intestinal, por lo que son idóneas para tratar la hiperglucemia. El limón, además, tiene casi el doble de vitamina C que una naranja, y contiene también vitaminas del grupo B, vitamina E, y es muy rico en minerales como el potasio, magnesio, calcio, hierro y fósforo, entre otros.
  • La fruta: el consumo de hasta tres raciones de fruta al día puede reducir el riesgo de padecer diabetes tipo 2, y además contienen fructosa en lugar de glucosa, que metaboliza de forma diferente y no se acumula en la sangre ni altera la glucemia de forma tan radical como el azúcar. El kiwi tiene muy pocas calorías, carbohidratos y azúcares, pero sí grandes cantidades de vitamina C y fibra, que contribuyen a controlar los niveles de glucosa en sangre. El plátano, por su parte, al ser una fruta rica en fibra y potasio contribuye con bastante éxito a disminuir la presión arterial, combatiendo los efectos del sodio.
  • Los cereales: sobre todo si son integrales, resultan fantásticos por su aporte en fibra, e hidratos de carbono, necesarios para dotar al cuerpo de energía. En el desayuno son idóneos como un primer aporte energético que nos ayudará a mantenernos activos de forma sana, y además contienen vitaminas del grupo B. Los copos de avena integrales y la espelta hinchada no llevan azúcares añadidos, así que son perfectos para el desayuno.
  • Los frutos secos: por su contenido en ácidos grasos omega 3 (poliinsaturados), en vitaminas del grupo B, vitamina E, proteínas y minerales, los frutos secos son un alimento de lo más completo. Se ha demostrado que pueden llegar a reducir en un 50% el riesgo de padecer infartos, de padecer diabetes tipo 2 porque controlan la glucemia, y reducen el colesterol. Es mucho mejor tomarlos al natural, ni fritos ni salados, como es el caso de las almendras y las nueces de nuestro desayuno.
  • El yogur: sobre todo los yogures desnatados naturales, son muy beneficiosos para prevenir la diabetes tipo 2. Tienen un alto contenido en vitamina K y sus bacterias probióticas resultan muy favorables para mejorar los procesos intestinales.
  • El té verde: además de contener flúor, magnesio, o vitaminas A y B, el té verde ha demostrado ser un gran aliado contra la diabetes, retardando su desarrollo, mejorando el metabolismo de los lípidos y reduciendo los niveles de glucosa en sangre.



Dicho todo esto, os dejo con la receta de mi desayuno individual especialmente pensado para diabéticos.

Desayuno completo para prevenir y controlar la diabetes
Limonada
-          250 ml de agua natural
-          Zumo de un limón (a poder ser ecológico)
-          Endulzante líquido (stevia u otros edulcorantes)
Vertemos el agua fresca en un vaso, exprimimos en él el limón, y añadimos por último el edulcorante, en las cantidades que consideremos según el grado de dulzor que prefiramos. Yo añado una cucharada.

Yogur con fruta fresca, cereales y frutos secos
-          Un yogur natural desnatado (puede ser edulcorado)
-          Un plátano
-          Un kiwi
-          Dos cucharadas de espelta inflada
-          Una cucharada de copos de avena integral
-          Un puñadito de almendras crudas y nueces de pecán (o los frutos secos que más os gusten)
Echamos en un bol profundo el yogur, que podemos endulzar con stevia o sacarina si queremos darle más dulzor, y echamos la espelta inflada por encima. Cortamos en rodajas el plátano y los colocamos sobre la espelta, y hacemos lo mismo con el kiwi. Repartimos la avena sobre la fruta, y en el centro los frutos secos, enteros o en pedacitos.

Té verde
-          Té verde (una variedad que nos guste; el mío tenía además mango deshidratado)
En una taza, echamos agua muy caliente y dejamos infusionar el té de 4 a 6 minutos. Tomamos templado.

Yo aconsejo empezar tomando la limonada, ya que es muy recomendable para limpiar el organismo y además nos ayuda a abrir el apetito esas mañanas de madrugón que parece que no nos entra nada en el estómago. Personalmente, me gusta seguir con el yogur y terminar con el té verde, bien calentito, pero por supuesto esto ya es cuestión de gustos. Es un desayuno sano y completo, que puede adaptarse tanto para celíacos (cambiando la avena por copos de otro cereal, como teff o trigo sarraceno) como para intolerantes a la lactosa y veganos (substituyendo el yogur por un yogur de soja). Y encima, tiene un aporte calórico de unas 300 kcal (he calculado unas 294 kcal en total), por lo que es asimilable para cualquier dieta.

Espero que de verdad probéis este desayuno y, si no, al menos espero haber podido aportar mi granito de arena para concienciar sobre la diabetes. Si alguien quiere ampliar la información, os dejo abajo unos enlaces de interés.

Cualquier duda o sugerencia, por favor dejádmela en los comentarios, me encantaría saber vuestras opiniones.

En breve volveré con otra recetilla, aunque no puedo prometer si será salada, dulce… quién sabe.


Un besiño!

Enlaces sobre la diabetes y la alimentación:
http://www.fundaciondiabetes.org/sabercomer/
http://www.idf.org/sites/default/files/healthy-eating-and-diabetes-es.pdf
http://www.idf.org/sites/default/files/healthy-unhealthy-breakfast-es.pdf
http://www.diabetes.bayer.es/blog/diabetes/%C2%BFpuedo-comer-toda-clase-de-frutas-si-tengo-diabetes/
http://www.diabetesbienestarysalud.com/
http://frutasparadiabeticos.com/
http://www.canaldiabetes.com/

lunes, 10 de noviembre de 2014

Galletas de calabaza súper sanas! (sin huevo, leche ni lactosa)



Estos días he estado bastante a tope con el máster. La verdad es que no esperaba que fuesen a llevar un ritmo tan forzado de trabajos y demás, pero tampoco he de decir que me extrañe… El caso es que llevaba tiempo con mono de hornear algo, pero no tenía ni tiempo, ni demasiada inspiración. Lo único que sabía era el ingrediente estrella: la calabaza


Si hay algo que de verdad me guste del otoño es la gastronomía asociada a esta época del año. Empieza la temporada de naranjas y mandarinas, hay calabazas por todas partes, boniatos, setas… se me hace la boca agua sólo de pensarlo… Aunque no me puedo quejar, estos días he podido probar un poco de todo, pero me faltaba algo, a pesar de haber sido Halloween… y ese algo era una calabaza, estaba claro.

Algunos recordareis que hace dos años publiqué en el blog una receta de bizcocho de calabaza súper esponjoso (y riquísimo, para qué lo vamos a negar), que la verdad ha tenido mucho éxito. Este año quería hacer algo diferente, aunque no tenía muy claro si hacer algo dulce o salado. El caso es que había visto un par de recetas por la red de galletas que me habían gustado y decidí probar.


Peeeero me faltaba lo más importante: la calabaza. Después de romperme la cabeza durante una semana (la compro aquí, allá, ecológica, etc), fue mi queridísima Jeny quién me regaló una, cultivada en su casa, así que es natural, pero natural de verdad (y está dando unos resultados maravillosos, como veréis en futuras recetas…).

Así que me puse manos a la obra y horneé estas galletas. Tienen un sabor suave, no son demasiado dulces, y las he especiado ahora que empezamos a acercarnos a la Navidad. Son bastante sanas porque no llevan ningún ingrediente refinado y además contienen mucha fibra. Además, no llevan leche por lo que son ideales para intolerantes a la lactosa, y aunque llevan una mezcla de harinas diferentes, se puede adaptar para celíacos, tal y como detallo en la receta. Por último, si bien tienen algo de azúcar, el índice glucémico puede disminuir si usamos algún sustitutivo, como indico abajo.

Os dejo con la receta, ¡espero que os guste!

Galletas de calabaza (aptas para intolerantes a la lactosa y al huevo, con adaptación para celíacos, diabéticos y veganos)

- 45 gr de aceite de oliva suave
- 40 gr sirope agave, 10 gr miel y 25 gr azúcar caña integral (o 75 gr de sirope de agave)
- 130 gr de puré de calabaza
- Una pizca de jengibre
- 1 cucharadita de canela
- 25 gr de harina integral de avena, 120 gr de harina de arroz y 135 gr de harina de espelta (o 280 gr harina de arroz si sois celíacos)
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 1 cucharadita de vinagre de manzana
- 1/3 cucharadita extracto de vainilla

Precalentamos el horno a 180º, con calor arriba y abajo y con ventilador.

En un bol, mezclamos el aceite con el sirope de agave, la miel y el azúcar hasta que quede todo bien integrado. Añadimos la calabaza y el vinagre y mezclamos bien. En otro bol, mezclamos los ingredientes secos: las harinas, las especias, y el bicarbonato. Añadimos esta mezcla a la de los ingredientes líquidos y con ayuda de una espátula lo mezclamos todo muy bien.

Hacemos bolitas de masa, las aplastamos y las colocamos sobre un papel sulfurizado en una rejilla para horno. Decoramos con pipas de calabaza y horneamos de 15 a 20 minutos, dependiendo de lo blandas o tostadas que las queramos (yo las tuve 18 minutos).

A mí me han salido 24 galletas.


La receta la he adaptado siguiendo las indicaciones de los siguientes blogs:

Como veis, una receta sencilla y bastante sana. Además, es perfectamente adaptable para aquellos que padezcáis alguna intolerancia, y muy saludables para los niños, ahora que empiezan con las meriendas del cole. 

Os detallo abajo la información nutricional. Os animo a que las hagáis, y mandéis fotos! Y por favor, si tenéis cualquier duda, dejadla en los comentarios, os responderé lo más pronto posible. Ahora os dejo, que tengo que comer prontito para coger el bus. En breve, nueva receta en el blog, quizás salada... pero no prometo nada :)
Un besiño!



Información nutricional de las galletas de calabaza:
Calorías totales: 1680 kcal
Calorías por ración (24 raciones): 69 kcal 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Degustando sabores en... Vilalúa, pulpeira galega


Bueno, aquí va mi primera crítica aficionada de gastronomía. En este caso, la experiencia no defraudó... es más, nos sorprendió! Se trata de un restaurante llamado Vilalúa, situado en el centro comercial As Cancelas de Santiago de Compostela.

Vilalúa es la primera cadena gallega de pulperías, que se dispone a extender tanto dentro como fuera del territorio gallego la recuperación de la comida más tradicional de nuestra tierra. Así de buenas a primeras muchos podría pensar que de una cadena de restaurantes poco se puede esperar, y mucho menos a la hora de respetar algo tan importante y tan querido como es la cocina más típica de Galicia. Pero una vez que nos sentamos a probar lo que nos ofrece, creedme que no saldréis defraudados.

Y no, no estoy haciendo propaganda ni marketing promocional. Es lo que es, y cuando hay que reconocer el trabajo bien hecho, se reconoce, sí señor. En este caso, fuimos varios, y no yo sola, los que nos quitamos el sombrero. Concretamente, cinco: mi hermana, mi cuñado, mi madre, mi sobrino pequeño, y yo. Llegamos corriendo y casi casi a la desesperada. El caso es que no teníamos del todo planeado comer allí, fue casi una casualidad, de la que ahora nos alegramos muuucho, de verdad. 

Nada más llegar, ojeamos los menús que nos proponen en los paneles, sin terminar del todo de decidirnos sobre qué pedir. Pronto aparece un camarero amabi-lísimo a más no poder que nos trae la carta y nos toma nota de las bebidas. Al final, así quedó la cosa: dos menús tradicionales, una ensalada vilalúa de la carta, y un combo galiburguer. Sé que parece poco siendo cinco personas, pero tiene su explicación, ya que mi sobrino todavía come comida triturada, y alguna que otra patatilla frita que le damos (le pierrrrden, las toma como si fueran pipas!); y además, uno de los menús lo compartieron mi madre y mi hermana, así que ya veis. El otro menú se lo tomó mi cuñado, y el combo se lo agenció una servidora. 

Como soy consciente de que toda la información está en gallego, voy a intentar explicar muy brevemente qué platos tomamos. Uno de los menús estaba compuesto de pulpo como primer plato, un acierto sin duda ya que no es fácil cogerle el punto, pero en este caso estaba delicioso, al dente, recién salido de la olla, y con su pimentón, rico rico. El otro menú tenía de primero las milhojas de filloas, con atún y verduras, que la verdad estaban tan buenas que acabamos probándolas todos.... Las filloas, como muchos sabréis, son típicamente gallegas y en la práctica son como las crêps francesas que todos conocemos. Por otro lado, la ensalada estaba muy rica, era más bien una ensalada templada, ya que llevaba pulpo recién hecho, tomate fresco, y un aliño no muy cañero pero sí muy sabroso, cuyos ingredientes guardan con mucho secreto.

De segundo, pidieron ambos el filete de pollo con patatas, que estaba correcto. De las patatas... mejor le preguntáis al peque de la casa.... porque se zampó una buena cantidad. Es que estaban muy buenas. 

Y yo, como ya comenté, pedí el Combo "Galiburguer", un menú compuesto de una hamburguesa de ternera gallega (yo siempre tirando para casa, jeje), con queso de Arzúa, y cebolla caramelizada, acompañada por una guarnición de patatas fritas (de Xinzo de Limia, como se ve en el tablón). Y no, no defraudó (madremíacómoestabaderica!!!!!).

Ñaaaaaaaaaaaaaam!
Y por supuesto, todo el rato con una atención de 10 por parte de los camareros, los tiempos de la comida correctos, incluso diría que muy buenos teniendo en cuenta la de gente que había para comer ese día. Y en estas ocasiones, cuando te tratan tan, tan bien, apetece de verdad quedarse a la sobremesa. En este caso, todos pedimos cafés (es que en casa somos muuuuy cafeteros, la verdad sea dicha), y menuda sorpresa cuando vemos llegar al camarero!!! ¡¡¡¡Síiiii!!!! Café de pota!! Café made in Galicia DE VERDAD DE LA BUENA! Bueno, por si alguno está algo perdido tras tanta ovación, explicaré que el café de pota básicamente es eso, café recién molido hecho en una olla, en cantidades considerables, que se solía hacer en las casas gallegas de antes (cuidado, que también se puede encontrar hoy en algunos establecimientos, no vayáis a pensar que la tradición no ha perdurado :) ). En la casa de mi abuela lo solían hacer, sobre todo mi bisabuela, que además le añadía un poquito de achicoria. Realmente hay personas que le echan desde licores hasta especias, pero tampoco puedo deciros que eso sea ya algo tradicional (a mí me suena bastante a reinvención, pero bueno). El café de pota sabe diferente al café de cafetera, pero para bien, por supuesto. A mí me encanta, y de hecho es una de las cosas que más me gustan de la feria medieval de mi pueblo, ya que las cafeterías sólo pueden hacer ese tipo de café durante los días de fiesta. 

ME-FLI-PA
Y encima servido en "cunca"! Genial.

Bueno, como veis fue una experiencia muy, pero que muy agradable, sobre todo por la amabilidad del servicio que nos atendió, y por lo rico que estaba todo, sin exagerar. Espero que este tipo de locales sigan adelante con el buen trabajo que realizan, dando a conocer la gastronomía popular gallega en otros lugares de la península. No sé cómo serán los locales que tienen en Madrid, pero si alguien ha estado en alguno de ellos me encantaría que me contase su experiencia, y a los que no, os animo a que lo probéis! 

Abajo os dejo mi puntuación, y la información sobre el restaurante, por si os ha picado la curiosidad :) Y ahora sin más me despido, no sabéis lo que me ha costado publicar hoy, he estado hecha polvo desde ayer, con un gripazo que te mueres, debe de ser que ya está a la vista el comienzo del curso... (snif, snif...). 

Un besazo, nos vemos pronto!


Crítica final:
  • Producto: bien tratado, con un gran énfasis en la gastronomía tradicional gallega
  • Calidad: muy buena
  • Atención: excelente
  • Precio: adecuado, sin queja


Vilalúa, pulpeira galega
Centro comercial As Cancelas
Avenida do Camiño Francés, nº3
Santiago de Compostela
Página web: http://vilalua.net/


lunes, 1 de septiembre de 2014

There and back again...

No sé si titularlo mejor "Crónica de un regreso anunciado"....

Sé que empezar pidiendo perdón sería lo justo, y prometer solemnemente actualizaciones para compensar todo este año de silencio bloguil, pero como también me conozco, sé que es mejor no jugársela con palabras vacías y mejor ir poco a poco.

Perdonadme... sabéis que os quiero....

Bueno, aquí estoy un año y pico después de mi repentina desaparición, intentando retomar el blog que tantísimo me gusta actualizar y en el que tan poco tiempo he podido invertir todos estos meses. Hasta he dejado la cocina bastante apartada, y eso que es una de las pocas cosas que consiguen relajarme con el traqueteo del estudio, las clases… Vamos, que ya os podéis hacer una idea de cómo he estado (más o menos así... ).

Peeeero ¡es tiempo de novedades, de cambios, de despedidas y de reencuentros! También es verdad que empieza septiembre y con él todo un mes de promesas tempranas y comienzos que seguro todos tenemos en nuestra cabeza, y que en muchas ocasiones no acaba superando las expectativas…. Quiero creer que no será el caso, ejem...


 Sería imposible resumir en una entrada todo lo que ha pasado en este tiempo de ausencia bloguil. Intentemos ser lo más concisos posibles…. Ehmmmm….. a ver.


He terminado la carrera! Siiiiii, por fin!!! Tras cuatro años de estudio, de poco descanso y mucha mucha entrega personal, al final la he acabado, muy contenta, satisfecha, y algo hecha polvo en el camino, la verdad… aiiiins pinturas rupestres, cuánto trabajo me habéis dado, y cuántas horas me habéis quitado este año, madre mía… (creo que he conseguido desarrollar un extraño sentimiento de amor-odio hacia el Paleolítico Superior).

Un resumen así rapidillo de mis principales inspiradores

 Pero que nadie piense que estoy de vacaciones perpetuas, já! De eso nada, ya estoy a puntito de empezar el Máster en unos días, y tengo a la vuelta de la esquina los exámenes de francés, así que… de aburrirme, nada de nada (deseadme suerte, s’il vous plaît!!!!!).

Por lo demás, ha habido muchos, pero que muchos cambios en mi vida. Uno de ellos es este, supongo, que vuelvo a tener activo el blog, y si no lo consigo al cien por cien, al menos procuraré tenerlo al… digamos que 70% vale? Trato hecho!

Resumen ultra-rápido de lo que he podido ir haciendo (sí, fui a un curso de turrones, yupi^^)
Quizás otro cambio que afectará al blog es el hecho de que ya no viviré más en el piso de estudiantes, porque me he trasladado con mi familia, así que puede que incluya recetas más caseras que, aunque no haga yo directamente, son las heredadas de mi hermana, mi madre, o incluso mi abuela, y de las que, por supuesto, haré crónica (espero que nadie me largue de la cocina por fisgona, jeje!). Y, como ya sabéis, supongo que seguirá predominando más lo dulce que lo salado, pero ahora también con una novedad: en mi familia, si ya no dábamos abasto con la cantidad de gente diabética que hay, ahora nos ha salido un celíaco y una intolerante a la lactosa. Vamos, que el reto se pone interesante!! Una novedad será que añadiré la etiqueta “Intolerancias” donde iré colgando recetas especialmente pensadas para las personas que tienen diferentes problemas de salud relacionados con la alimentación, y por supuesto admito sugerencias, sé que hay muchas otras cuestiones que se pueden tratar en lo que a intolerancias y alergias se refiere, así que hacedme propuestas porfi!

Y si la cosa no va mal, y todo sale como lo he previsto, tengo el plan de añadir una sección dedicada a la crítica gastronómica, desde un punto de vista por supuesto “amateur”, enfocada a diferentes restaurantes, cafés y otros establecimientos que me voy encontrando, sobre todo en territorio gallego. Pero paso de opiniones tipo “los aromas delicados del suave foie contrastan con la acidez nada desagradable del blaa bla bla…”. No, si bien respeto y admiro la crítica profesional, mi plan es enfocarlo a un público más general, centrándome en cuatro aspectos: producto, calidad, atención, y precio.

Por último, no descarto empezar algún que otro proyecto que desde hace tiempo tengo en la recámara (artículos relacionados con la gastronomía a lo largo de la historia, alguna que otra crítica literaria, quizás alguna recetilla inspirada en el cine…), pero prefiero ir poquito a poco y reservándome alguna que otra sorpresilla… al fin y al cabo, eso es lo guay, no? :)

Bueno, con esto y un bizcocho (bueno, de bizcochos nada que empieza el invierno y más me vale empezar a controlar las comilonas), me voy despidiendo. Volveré pronto, seguro, con más cosas, más energía, mejores recetas, esperemos que mejores fotos (lo sé, necesito aprender algo de fotografía culinaria YA), y mucho, mucho humor, que de eso se trata, de pasarlo bien en la cocina!

Un besiño no, un besazo!