miércoles, 10 de junio de 2015

Tarta de queso estilo "Lestedo" para la iniciativa #comequesoquesabeabesos


Un mes más, ya está aquí el reto de este mes de La Cocina Typical Spanish, y como siempre, viene pisando fuerte, esta vez con un ingrediente que me encanta, y que ya he usado bastantes veces en el blog.


Sí, se trata del queso. Me alegré mucho cuando supe de la iniciativa de junio, que en esta ocasión venía, además, acompañada de una sorpresita…


¡Un pedazo de sorteo por cortesía de Quesería Camino la Ermita! Se trata de un lote de quesos fabuloso que seguro que está de muerte (ayyy que se me hace la boca agua sólo de pensarlo...)


No sé si lo he comentado alguna otra vez en el blog, pero me considero una absoluta fanática del queso. A día de hoy no he probado ninguno que no me haya gustado: fresco, mozzarella, gouda, emmental, maasdam, parmesano, grana padano, manchego, torta del casar, tetilla, San Simón, arzúa-ulloa, de cabra, de oveja, gorgonzola, brie, camembert... Todos me encantan. Absolutamente todos. 

Además creo que es un alimento súper versátil, que tanto se deja tomar sólo, con unas gotas de aceite por ejemplo, y acompañado de un buen pan, o haciendo de acompañamiento de cualquier plato como la pasta, la carne… En fin, que me parece un acierto tener siempre un poco de queso en nuestra despensa o nevera, merece muuuucho la pena (aunque luego se resienta la dieta, qué le vamos a hacer).


Sin embargo, hoy no os he traído una receta en la que use ninguno de los quesos que he mencionado arriba. En realidad, he optado por un tipo de queso mucho más cotidiano y, para muchos, menos “gourmet”: el queso crema (vale, philadelphia de toda la vida, pero es que me gusta ser cuidadosa con el tema de las marcas). 

Se entiende mi elección teniendo en cuenta que os traigo un plato dulce… y dejadme que os diga que delicioso. Se trata de una tarta de queso, pero no una tarta de queso cualquiera. En realidad, esta tarta tiene mucha más tradición de la que puede parecer a simple vista. Y es que en eso consisten los retos de La CocinaTS, en homenajear la cocina de nuestro país con recetas de nuestra tierra. 

Y esta tarta de queso nada tiene que ver con la típica “cheesecake” americana. De hecho, tampoco tiene nada, pero nada, que envidiarle. Se trata de una tarta de queso al estilo “Lestedo”. La empresa “Lestedo” se encuentra en Lestedo, Boqueixón, muy cerca de Santiago de Compostela, y lleva haciendo estas tartas de queso desde hace muchísimos años. Son muy típicas de esta zona y están deliciosas, por lo que han conseguido que su fama llegue a todos los rincones de Galicia. Para muestra, un botón:

Fuente: http://www.tartaslestedo.com/image/galeria/tn_tartas-51.jpg
Creo que me ha quedado muy del estilo, ¿no? Estética aparte, lo que sí estaba era deliciosa, madre mía. De hecho, ya os lo advierto: si estáis en plena operación bikini, absteneos de hacerla, será imposible resistirse… Y para los demás, aquí os dejo la receta.


Receta de Tarta de queso tipo “Lestedo” 
Ingredientes para un molde de 18 cm
- Un paquete de galletas María o similar
- 120 gr de mantequilla
- 400 ml de nata para montar (35% materia grasa)
- 100 gr de azúcar
- 1 sobre de gelatina de limón
- 1 vaso de agua
- 250 gr de queso crema
- 350 gr de mermelada de fresa
- 2 hojas de gelatina neutra (cola de pescado)

En primer lugar, trituramos las galletas, bien con un robot de cocina o, como hice yo, a mano. El truco es sencillo: meted las galletas en una bolsa de plástico, a poder ser grueso, y golpeadlas hasta que queden hechas polvo (literalmente), con un rodillo o, si no tenéis, una botella de vidrio. En un recipiente apto para el microondas fundimos la mantequilla, y la añadimos a nuestras galletas trituradas. Mezclamos bien hasta que obtengamos una especie de “migas” bien jugosas y forramos con esta masa nuestra base para la tarta. Engrasamos bien los laterales del molde con la mantequilla que nos sobre, o bien con un spray desmoldante, e introducimos todo en el congelador, para que la base se endurezca.

A continuación, añadimos el agua en un cazo pequeño y lo llevamos al fuego. Cuando rompa a hervir, añadimos la gelatina, bajamos la temperatura y removemos bien hasta que se haya disuelto por completo. Retiramos del fuego y dejamos templar unos 10 minutos.

En un recipiente o bol amplio, montamos la nata, que debe estar bien fría, añadiendo poco a poco el azúcar en forma de lluvia. Es conveniente que no lo echéis todo de una sola vez, para que la nata se monte con más facilidad. Reservamos.

En otro recipiente, echamos el queso crema y removemos un poco con ayuda de una espátula o lengua, para que no esté demasiado duro. Añadimos la gelatina que habíamos dejado templar y mezclamos todo muy bien hasta obtener una masa homogénea. 

Por último, añadiremos la mezcla de queso y gelatina a la nata montada, con mucho cuidado para que no se nos baje. Para eso, recomiendo que lo mezcléis todo con ayuda de una espátula o lengua haciendo movimientos envolventes. 

Sacamos nuestro molde del congelador y añadimos la mezcla anterior. Lo llevamos a la nevera y dejamos que cuaje durante 24 horas. 

Al día siguiente, haremos la cobertura. Para ello, pondremos a hidratar la gelatina en un cuenco con agua fría durante 10 minutos aproximadamente, y en otro recipiente echaremos la mermelada. La calentamos en el microondas en intervalos de 15 en 15 segundos hasta que se haya licuado (podemos añadir una o dos cucharadas de agua si es demasiado espesa), y cuando esté lista le añadimos la gelatina, removiendo sin parar hasta que se haya integrado. Dejamos templar 5 minutos la mezcla, y a continuación la esparcimos por la superficie de nuestra tarta de queso. La metemos de nuevo a la nevera unas 4 horas, y estará lista para ser degustada. 


Como veis, una tarta sencilla, económica y deliciosa. Si queréis triunfar en alguna cena, comida o cualquier celebración que tengáis, apostad por esta receta. En casa de mi abuela no dejaron ni las migas… Un éxito total. 

Ahora me retiro, que tengo que seguir trabajando y el tiempo apremia. Disfrutad de la tarta a mi salud, y no olvidéis echar un vistazo a los platos que han preparado mis compañeros del reto pulsando en este enlace.

Nos vemos pronto, con una receta nueva que seguro que os gustará…

Un besiño!

Información nutricional de la tarta de queso tipo "Lestedo"
Calorías totales: 4662 kcal
Calorías por ración (14 raciones): 333 kcal/ración

viernes, 5 de junio de 2015

Alta cocina de raíces gallegas: mousse de queso de tetilla, espuma de membrillo y reducción de licor café


Confesión número I…

Los que me conocen de verdad, saben lo mucho que me gusta comer fuera de casa y probar sitios nuevos, comidas de todas partes del mundo, y tendencias de todo tipo. Soy muy amiga de pedir el menú del día, por eso de probar cosas fuera de carta y fundamentalmente productos de temporada. Y premio, por encima de todo, un buen servicio: amabilidad, respeto y educación. Bueno, por encima de todo no; a la par que el sabor de la comida y la higiene. No soy una súper gourmet, pero sí que es cierto que, como es algo que me gusta y que aprecio mucho, cuando como fuera me vuelvo el doble de observadora. Sea cual sea el lugar.

Sin embargo, bien por mi condición de estudiante y por mi bolsillo ajustado (gracias a los recortes en los programas de becas…), no me permito demasiados lujos en cuanto a locales visitados. Para que o hagáis una idea: en mi lista de cosas que quiero hacer antes de morir (sí, tengo una de esas), está el visitar un restaurante con estrella michelín y disfrutar de un menú degustación completo. Lo que se traduce por: ¡tiremos la casa (y de paso la dieta) por la ventana!

No sé, sonará superficial pero es una de las cosas que más me gustaría en el mundo, poder probar alta cocina contemporánea y disfrutar de un momento único, si puede ser bien acompañada.


Confesión número II…

A esto hay que sumarle que me gustan los programas de cocina. Tanto los de recetas, como los monográficos, documentales, etc. Antes me gustaba mucho Masterchef, pero las últimas ediciones españolas, para mi gusto, van cuesta abajo y sin frenos. Top Chef también suelo seguirlo, pero sigue teniendo un aire de reality que, la verdad, no va conmigo.

Sin embargo, curiosamente todos mis amigos siguen este último programa (aunque no son tan foodies como yo), y nos lo pasamos genial comentándolo después; de hecho, creo que disfrutamos más el momento post-programa que el programa mismo. Y así, hablando y hablando del tema, surgió una figura en nuestras conversaciones: la de Yayo Daporta. Este cocinero, gallego como una servidora, fue juez en la última edición  de Top Chef, y lo cierto es que me cayó bastante bien. Así que mayor fue mi sorpresa cuando me puse a investigar por la red y comprendí que, además de aparentemente un buen jurado culinario, es un grandísimo cocinero, con una trayectoria espectacular en los fogones, y un restaurante precioso en su tierra natal, Cambados (Pontevedra). 


Y así, sin quererlo ni beberlo, un buen día que organizamos una comida con los amigos, surgió la idea de hacer todos una escapada este verano a Cambados para visitar su restaurante. Yo no me lo podía creer, más que nada porque mis amigos no suelen hacer este tipo de planes, pero obviamente me convertí ipso facto en la abanderada y defensora principal de la idea. ¡Y sigo haciéndolo! De hecho, en nuestro último encuentro volví a sacar el tema (no vaya a ser que el plan vaya quedando en el olvido…), y más de uno seguía interesado. 

En nada me vi estudiando su carta, los menús que tienen, y leyendo opiniones y recomendaciones en la red sobre qué pedir cuando lo visite. Es que me puede la ilusión, qué le vamos a hacer.


Pero lo que nunca, nunca había imaginado, era que pronto me tendría que enfrentar a una prueba que me acercaría todavía más a la cocina de Yayo.

Sí, señoras y señores, se trataba del reto mensual de Cooking the Chef. Imaginad mi cara en el momento en que abro mi correo el 6 de mayo y me encuentro con que nuestro chef misterioso para el mes de junio es, nada más y nada menos, que mi queridísimo Yayo Daporta. Bailar frenéticamente fue lo más light que hice en ese momento.


Tiré de archivo y empecé a releer su carta, a ver qué podía elegir para tal ocasión. Tenía claro que, siendo un chef gallego, con restaurante en Galicia, y con platos que, por lo general, hacen numerosos guiños a nuestra tradición gastronómica, tenía que escoger una receta que representase a Galicia, y que al mismo tiempo me transmitiese algo a mí, bien un recuerdo o un sentimiento familiar. Algo que me motivase. Y lo encontré.


Una receta dulce, curiosamente, que me trasladó automáticamente a mi infancia, cuando veía a mi abuela y a mi madre picando aquel queso de tetilla o un arzúa-ulloa bien tiernos con membrillo. Por aquel entonces, lo aborrecía. Sí, es para matarme, pero es que…

Confesión número III…

… hasta los 17 no probé nunca ni la mermelada ni el membrillo. Desde pequeña asumí que no me gustaban y, por cabezonería, ni se me ocurrió probarlos. Y cuando lo hice… en fin, no sé si alegrarme de haberme dado cuenta a tiempo de lo ricos que están, o apenarme por mi consecuente aumento de kilos a base de pan con membrillo y queso. Pero es que están taaaan ricos… 


En Galicia, es muy típico como postre servir taquitos de queso tierno do país, acompañados de dulce de membrillo, casero o comprado, y algún fruto seco como nueces. También sirve como aperitivo dulce en cualquier mesa de picoteo, y creedme, triunfa siempre. Siempre, en serio. Es la combinación perfecta. 

Así que no me lo pensé dos veces, y elegí el postre que en la carta del restaurante Yayo Daporta se anuncia como “Mousse de queso de tetilla, espuma de membrillo y reducción de licor café”, y es el primero de la lista (todos tienen una pintaza, la verdad sea dicha). Estuve a punto de decantarme, por comodidad, por la sopa de chocolate blanco, pero finalmente aposté por algo gallego de verdad. Además, el queso de tetilla es uno de los quesos de Galicia reconocidos con Denominación de Origen (junto con el Arzúa-Ulloa, el San Simón y el queso del Cebreiro).


Además, había otra razón por la que la receta me llamaba especialmente, y es que en mi casa hacemos licor café casero (ri-quí-si-mo), y justamente en la receta Yayo incluye una reducción a modo de sirope que le va perfectamente a la mousse.

Es una combinación de sabores, como ya he dicho, muy equilibrada y suave. Por un lado, la acidez del queso de tetilla, contrasta a la perfección con el dulzor del membrillo. Además, también he querido jugar con las texturas y por eso he presentado por un lado una mousse al modo tradicional, es decir, con nata montada y posteriormente gelificado, y por otro una espuma, ligera pero potente de sabor, a base de claras de huevo y membrillo. Para ligar estos elementos, añadí una crema de membrillo como fondo, de manera que el conjunto de la receta estuviese bien integrado. Y para rematarlo, un toque de reducción de licor café, de sabor contundente, que combina con la mousse de queso, puesto que ésta no resulta demasiado dulzona al paladar.

Aunque pueda parecer a primera vista una receta complicada, no lo es en absoluto. Simplemente tenéis que seguir los pasos que os detallo abajo y os saldrá sin problemas. Eso sí, ya os adelanto que la hagáis con antelación, puesto que necesita tiempo de reposo en frío y además, cuanto menos apurados estemos, mejor nos saldrán las cosas.


Os dejo con la receta, a ver qué os parece.

Mousse de queso de tetilla con espuma de membrillo y reducción de licor café
Ingredientes para la mousse (4 raciones)
- 300 gr de queso de tetilla
- 400 ml de nata para montar (más del 30% de materia grasa)
- 3 hojas de gelatina neutra (cola de pescado)
- 60 gr de azúcar

Ingredientes para la espuma (4 raciones)
- 2 claras de huevo
- 50 gr de azúcar
- 350 gr de dulce de membrillo
- 60 ml de agua

Ingredientes para la crema de membrillo (4 raciones)
- 150 gr de dulce de membrillo
- 45 ml agua (tres cucharadas/tbsp)

Ingredientes para la reducción de licor café (4 raciones)
- 500 ml de licor café
- 6 cucharadas de azúcar moreno
- 30 ml agua (dos cucharadas/tbsp)

Mousse de queso de tetilla
En primer lugar, ponemos las hojas de gelatina a remojo en agua fría durante 10 minutos. Mientras, echamos 80 ml de la nata en un cazo, y añadimos el queso de tetilla troceado, sin la piel. Ponemos a fuego medio y vamos removiendo hasta que el queso se haya fundido totalmente. 

A esta crema añadiremos las hojas de gelatina que hemos hidratado previamente, bien escurridas, y seguimos removiendo la mezcla para que se diluyan. 

Colamos esta mezcla y reservamos.

Montamos el resto de la nata con el azúcar, y cuando esté lista, añadimos la crema de queso anterior. Integramos bien ambas mezclas con ayuda de una espátula, haciendo movimientos envolventes para que no pierda volumen.

Engrasamos 4 flaneras, yo recomiendo usar las desechables de papel de aluminio que venden en casi todos los supermercados, son sencillas de usar, rápidas a la hora de emplatar, y cómodas. Repartimos la mezcla en ellas y llevamos la mousse a la nevera durante toda la noche. Si disponéis de tiempo, dejadlas 24 horas, el resultado será infinitamente mejor.

Espuma de membrillo
En un cazo, calentamos el dulce de membrillo troceado con el agua. Removemos hasta que se funda y obtengamos una mezcla homogénea. Dejamos templar y reservamos.

Batimos las claras de huevo a punto de nieve, y añadimos el azúcar poco a poco. 

Echamos la crema de membrillo que hemos hecho sobre las claras, y lo mezclamos todo con ayuda de una espátula con movimientos envolventes, o bien con unas varillas pero a velocidad mínima. Reservamos en la nevera inmediatamente.

Crema de membrillo
Calentamos en un cazo el agua junto con el dulce de membrillo troceado. Removemos bien hasta que se haya fundido y obtengamos una crema homogénea. Apartamos del fuego y reservamos a temperatura ambiente.

Reducción de licor café
En un cazo, calentamos a fuego medio el licor café, junto con el azúcar y el agua. Dejamos que hierva ligeramente, durante unos 10 minutos, hasta que haya perdido el 25% de su volumen. Cuando tenga una consistencia de sirope, la pasamos a un biberón dosificador y lo dejamos reposar, e temperatura ambiente. 

Montaje del plato: en el fondo, ponemos una cucharada de la crema de membrillo, procurando extenderla de un extremo al otro del plato. Sobre ésta, a un lado, colocamos la mousse de tetilla. Un buen truco para desmoldarla es introducir el molde en agua tibia, sin llegar a la superficie de la mousse, y hacer un pequeño corte en la parte inferior del mismo, para que así entre aire y no haga efecto de vacío, facilitando el desmoldado. Al lado, colocamos la espuma de membrillo, bien con una cuchara, o como hice yo, con ayuda de una manga pastelera y una boquilla. Yo he querido jugar con las formas y le he intentado dar un aspecto de “tetilla” (más o menos). Por último, añadimos un chorrito de la reducción de licor café sobre la mousse. 


Para mi gusto, la mejor forma de acompañar este postre es con un buen café de pota, totalmente tradicional en Galicia, y que a mí me vuelve loca. También me gusta combinar la suavidad de un postre como este con el crujiente de, por ejemplo, unas galletas, como las que veis en las imágenes, que escogí por un lado porque están de vicio, con ese toque a anís y su textura crujiente, y por otro, obviamente, por la forma, que también recuerda al queso de tetilla.

Os animo a que lo hagáis, lo probéis y me digáis qué os parece. En mi casa ha sido todo un éxito en la sobremesa, ¡¡¡no ha quedado ni pizca!!! En fin, que mi pequeño homenaje particular a Yayo Daporta ha salido estupendamente, y sin duda repetiré.

Si tenéis curiosidad por ver lo que han cocinado mis compañer@s, simplemente haced clic en el siguiente enlace, donde podréis ver el recopilatorio de recetas del reto de este mes.

Me despido ya, espero que paséis un buen fin de semana, yo volveré en breve con una nueva receta. Eso sí, tiro de archivo, que estos días estoy al 125% con el tema del Trabajo de Fin de Máster, y encima dando clases particulares extra ahora que se acerca el final de curso en el instituto… Aiiins, quiero vacacioooones…

Un besiño!! 

Información nutricional de la mousse de tetilla, espuma de membrillo y reducción de licor café
Calorías totales: 5485,6 kcal
Calorías por ración (4 raciones): 1371,4 kcal/ración

lunes, 1 de junio de 2015

Una despedida muy especial... ¡con un toque dulce! mikados caseros


La entrada de hoy me hace especial ilusión. 


Como blogger, me encanta bucear todos los días por la blogosfera para descubrir recetas nuevas, otros blogs, o bien darle un repaso a los que ya conozco y de los que soy seguidora. Tengo mi lista de seguimiento llenísima en ese sentido, y muchas veces no alcanzo a visitarlos todos en semanas, pero aun así me encanta tenerlos a mano en cualquier momento.

Sin embargo, hay algunos blogs muy puntuales que son casi un must en mi día a día bloguil. Son esos cuyas recetas nunca (o casi nunca) fallan, cuyos textos da gusto leer, y con unas fotos espectaculares que dan ganas de ponerse a darle lametazos a la pantalla del portátil. Podría citar muuuchos ejemplos, pero hoy prefiero centrarme en uno en concreto: Tengo un plan B. Un blog chulísimo cuya creadora, Beatriz, además de ser una máquina como cocinera y repostera, y de tener una mano con la cámara de fotos admirable, nos cuenta en cada receta un pedacito de su día a día, con total sinceridad y mucho sentido del humor. Basta con leer sus posts para conocerla un poquito más y ver que es una blogger genial.


Por eso, cuando Aisha de La cocina de Aisha, decidió organizar un evento blogger para rendirle homenaje a Bea ahora que se marcha a los EEUU, no pude decir que no. 

Así que aquí estoy, poniendo mi granito de arena en esta despedida blogger colectiva que hoy le queremos dar a Bea, porque es una máquina, porque se lo merece y porque va a vivir una aventura maravillosa al otro lado del charco, ¡eso seguro!


Por eso, he tirado de inspiración y he cogido prestada la idea de una receta de su blog, la de mikados caseros, la he tuneado y traído para vosotros. He tenido que cambiar los ingredientes porque la receta de Bea lleva huevo y yo no tenía, pero aun así veréis que salen muy ricos. Bea los decora con frutos secos y sprikles con ayuda de sus niñas, lo que es una idea genial si tenéis hijos, sobrinos, o en general cualquier pequeñajo que ande por la casa. 

La receta es sencilla y pueden ayudaros los peques perfectamente, tanto a hacer los palitos de masa como a bañarlos con chocolate (eso sí, vigilad que no os hagan como mi sobrino, que reparte una cucharada para la masa, otra para él, y en nada te das cuenta de que no queda chocolate en el cuenco…). Yo he prescindido de la decoración porque, al ser la primera vez que los hacía, quise ser todo lo fiel que podía al aspecto original de los mikado. Y creo que ha dado resultado, ¿no molan un montón?


Y encima, están riquísimos, os lo aseguro. Si no me creéis, probad a hacerlos, os dejo la receta.

Mikados de chocolate caseros
Ingredientes para 30 unidades
- 130 gr de harina de trigo
- 20 gr de mantequilla a temperatura ambiente (mantequilla pomada)
- 20 gr de azúcar glass
- 50 ml de agua
- 1 pizca de sal
- Chocolate negro de cobertura (chocolate para postres)

Precalentamos el horno a 180º con calor arriba y abajo.

En primer lugar, mezclamos con ayuda de una batidora de varillas, o un robot amasador, la mantequilla con el azúcar, hasta obtener una mezcla cremosa. 

Tamizamos y añadimos la mitad de la harina, y seguimos mezclando bien. Añadimos el agua, sin dejar de batir, y cuando la masa tenga un aspecto más o menos homogéneo, echamos el resto de la harina tamizada, la sal y mezclamos bien. Podemos cambiar las varillas por una espátula en este punto para terminar de mezclarla.

Pasamos la masa a una superficie ligeramente enharinada. Amasamos unos minutos, añadiendo un poco más de harina si es necesario. No debe pegársenos nada a las manos. De todos modos, es mejor que vayáis añadiendo la harina en pequeñas cantidades, para no pasaros (y que no os queden ladrillo-mikados). Cuando la masa sea lisa y nada pegajosa, la estiramos en nuestra superficie de trabajo con ayuda de un rodillo hasta que tenga un grosor de aproximadamente medio centímetro, y cortamos tiras del mismo grosor (más o menos 1 cm). Amasamos cada una para darles forma de bastón, y las vamos colocando sobre papel de horno. 

Cuando las tengamos todas (lleva algo de tiempo, no os lo voy a negar), pasamos la lámina de papel sulfurizado a una rejilla, y horneamos los palitos durante 10 minutos, o hasta que se doren.

En un cuenco apto para microondas, fundimos el chocolate troceado. Yo he usado chocolate negro pero podéis elegir el que más os guste (o el que más guste a vuestros peques). Debe quedar todo fundido y bastante líquido.

Sacamos los bastones del horno cuando ya estén en su punto y los dejamos enfriar sobre una rejilla. Cuando estén templados, iremos bañándolos uno a uno en el chocolate (nos podemos ayudar de una cuchara para que nos resulte más fácil). Los colocamos sobre el papel de horno y los dejamos enfriar en la nevera durante unos 20 minutos. Cuanto más los dejéis enfriar, más aguantará después el chocolate sin derretirse en nuestras manos (y menos os pringaréis).

Los comemos sin remordimientos.


Veis que se trata de una receta sencilla, rápida, rica y vistosa. Vamos, todo un acierto, como todo lo que hace Bea en su blog. No dudéis en visitarlo y disfrutar de sus creaciones, merecen muchísimo la pena.

Así que aquí me despido: Bea, muchísima suerte en tu nueva aventura, espero que tengas un viaje maravilloso y que todo te vaya genial al otro lado del océano. Y que nos sigas deleitando, aunque sea en la distancia, de tus fantásticas recetas. ¡¡Te mandamos todas las bloggers un beso enorme!!

Y me despido también de vosotros, hasta mi próxima entrada, que me parece que será muuuy dulce…

Un besiño!

Información nutricional de los mikados de chocolate caseros
Calorías totales: 1032 kcal
Calorías por ración (30 raciones/palitos): 34,4 kcal/palito