Una vez más, aquí estamos con el reto del mes de Bake the World, esta vez con un pan que no sólo ha hecho las delicias de la casa, sino que me ha hecho muchísima ilusión preparar por una historia personal que tiene detrás (si es que siempre hay cosas que contar tras una receta, ¿no creéis?).
En este caso, le ha tocado el turno al Pan Tigre, un pan de origen holandés, pero que se popularizó en Reino Unido (que es donde yo lo probé por primera vez). De hecho, aunque se le conoce como Tiger Bread, o Jiraffe Bread, por su corteza “a manchas”, en muchos blogs y webs inglesas lo llaman Dutch Crunch bread, por su característica cobertura que se consigue gracias al baño de agua, harina de arroz, aceite y otros ingredientes que os detallo en la receta.
Originalmente, se hace con aceite de sésamo tostado, pero coincidió que yo no tenía, así que decidí sustituirlo por aceite de girasol, y quedó igualmente rico, así que si os ocurre como a mí ya sabéis la alternativa.
Como os contaba al principio, me encantó la propuesta que Clara y Virginia nos lanzaron este mes, ya que era un pan que conocía por su sabor, pero que nunca se me había ocurrido hacer (no me preguntéis por qué).
El caso es que hace tres años estuve en Londres y por aquel entonces mi novio y yo decidimos hacer juntos un curso de inglés y aprovechar para conocer mejor la ciudad, ya que nos quedábamos bastante tiempo. Uno de los sitios por los que me moría de ganas de visitar eran los almacenes Harrods, en los que había estado cuando fui de viaje con el instituto, pero que apenas había disfrutado. La razón: en lugar de bajar al food hall, me confundí y me puse a subir pisos como una loca, y aunque me gustó la estética y la decoración de todo el centro comercial, tampoco es que me lo pasase muy bien, teniendo en cuenta que no soy precisamente una aficionada a la moda. Imaginaos mi cara cuando descubrí aquella noche en el hotel que había un piso dedicado exclusivamente a la comida… ¡casi me da algo! Pero ya era tarde, porque no volveríamos en los días sucesivos. Así que cuando volví hace unos años tuve que ir, y esta vez no me moví de la planta del food hall. Madre mía… qué espectáculo de lugar… me pasé el tiempo corriendo de un lado a otro flipando por colores con toda la comida que había allí, aunque no me atrevía a comprar nada por miedo al sablazo que me darían en la cartera (entendedme, soy estudiante con beca y mi presupuesto para esas cosas es bastante ajustado…).
Pero todo cambió cuando llegué a la sección de panadería. Oh my god. Decidí al momento que no podría marcharme de allí con las manos vacías. ¿Qué mejor recuerdo puede haber de Harrods que la sensación de haber comido pan recién hecho? Recuerdo que había muchísimo donde elegir, pero de repente mis ojos se detuvieron en un pan que me llamó mucho la atención por su característica corteza, y recuerdo que pensé: esto tiene que estar bueno a narices, sí o sí.
Ostras que si lo estaba.
De Harrods salí con una sonrisa en la cara y un pan bajo el brazo.
Y más feliz que una perdiz (ni que hubiera comprado un Chanel, oye…).
He aquí la prueba del delito... |
Lo más gracioso de todo es que supuestamente el pan era para la noche, porque aún no sabíamos dónde íbamos a cenar. Pero una servidora no podía aguantarse y tenía que probarlo. Y cuando lo probé no pude parar.
Adivinad quién se quedó sin cena… (luego me sentí fatalmente culpable, conste)
¿Os hacéis ahora una idea de por qué significaba tanto este pan?
(confieso que me morí de risa mientras hacía la receta)
Bueno, el caso es que no sólo me gustó hacerlo, sino que salió súper bueno. He seguido fundamentalmente la receta de El foro del pan, aunque con algunas modificaciones. He añadido algo de miel porque creo que le concede un sabor más suave, y he prescindido de la sal y el azúcar en el baño del pan. Después de probarlo, puedo asegurar que no lo necesitaba, al menos para mi gusto, claro.
Bueno, ¿a qué esperáis para hacerlo? Os dejo la receta, ya veréis qué sencilla.
Receta de Pan Tigre
Para la masa:
- 300 gr de harina panificable (10 gr de proteína)
- 180 gr de agua templada
- 6 gr de levadura fresca
- 5 gr de sal gruesa
- Una cucharadita (5 ml) de miel
Para la cobertura:
- 40 gr de harina de arroz
- 40 gr de agua templada
- 5 gr de sémola
- 5 gr de aceite de girasol
- 2 gr de levadura fresca
En un bol, echamos la harina y dejamos un hueco en el medio. En un lado, ponemos la sal, y en el contrario colocamos la levadura fresca. Echamos el agua en el centro, y dejamos reposar 10 minutos. Amasamos con las manos hasta que la mezcla comience a homogeneizarse y añadimos la miel. Seguimos amasando; yo lo hice con la ayuda de mi amasadora, con el accesorio de gancho, pero lo podéis hacer a mano, ya que no me pareció una masa demasiado pegajosa.
Hacemos una bola con nuestra masa y la echamos en un bol amplio previamente engrasado. Vamos a dejarla leudar en un lugar templado sin corrientes de aire (yo suelo meterla en el horno, apagado), y tapada con papel film o un paño. Tenemos que esperar hasta que doble su tamaño; el tiempo variará mucho dependiendo de la temperatura y humedad de vuestra casa; normalmente tarda entre una hora y media y dos horas.
Vamos preparando mientras la pasta de cobertura. Para ello, mezclamos el agua templada con la harina de arroz, la levadura fresca, la sémola y el aceite. Originalmente se usa aceite de sésamo tostado (no valdría el aceite de sésamo de primera presión en frío, que es el que se suele vender en tiendas ecológicas, y el que tenía yo, por eso opté por aceite de girasol, que en este caso es el mejor sustituto). Dejamos reposar nuestra pasta en un lugar templado, aproximadamente durante una hora.
Cuando nuestra masa haya crecido, la volcamos sobre una superficie ligeramente enharinada (digo ligeramente porque no es una masa pegajosa, así que apenas necesita que añadamos harina para manejarla), y la desgasificamos con las manos. Ahora el siguiente paso sería el formado: en mi caso, dividí la masa en dos porciones más o menos iguales y les di forma de bollo, pero podéis hacer una barra, dos, o lo que queráis. Las colocamos en una bandeja de horno sobre papel sulfurizado, bien separadas la una de la otra, ya que van a aumentar de tamaño. Las cubrimos con nuestra pasta de cobertura: para ello, vamos a ir echando cucharadas sobre los bollos de pan, sin manipularlos demasiado, hasta terminar toda la pasta. Con la ayuda de un pincel, la repartimos bien por los laterales, procurando evitar la parte superior del pan, así conseguiremos una corteza más uniforme. Podéis retirar, con ayuda de una cuchara, la pasta que se os haya caído por los bordes hasta el papel de horno.
Ahora los dejaremos leudar una vez más, hasta que doblen su tamaño, durante aproximadamente una hora (en mi caso tardaron 45 minutos).
Precalentamos el horno a 220º, con calor arriba y abajo. Colocamos otra bandeja en la parte inferior de nuestro horno, que nos servirá a la hora de meter los panes para crear vapor, ahora os diré cómo. Introducimos los panes a media altura, y acto seguido llenamos un vaso con agua fría, que inmediatamente echaremos en la bandeja inferior que colocamos previamente. El agua, al contacto con la bandeja caliente y con el calor del horno, se evaporará poco a poco generando un vapor que hará que la textura de nuestro pan mejore considerablemente. Dejamos que el pan se hornee durante 10 minutos, y transcurrido este tiempo, retiraremos la bandeja inferior con el agua que haya quedado sin evaporarse, y bajamos la temperatura del horno a 200º. Horneamos durante otros 25 minutos.
Sacamos del horno los panes y los dejamos enfriar sobre una rejilla.
Es un pan muy rico para tomar sólo, aunque como la miga es bastante compacta, se presta mucho para hacer rebanadas, calentarlas en la tostadora y acompañarlas de un poco de queso fresco con mermelada de tomate, por ejemplo, o con aceite de oliva y tomate, ¡las combinaciones son infinitas!
Podéis congelarlo si queréis conservarlo durante más tiempo, aunque no os garantizo que seáis capaces de que aguante más de dos días sin que os lo zampéis, de verdad que está rico, rico.
Otra opción que estoy barajando, dada la sencillez de la elaboración y la facilidad de manejo de la masa, es hacer un poco más de cantidad y dividirla en más porciones, para conseguir bollitos del tamaño de una hamburguesa. De hecho, creo que será mi próximo experimento panarra en la cocina. ¡Ya os contaré qué tal sale!
Ahora os dejo, que tengo que ponerme a currar antes de que se me junte todo el trabajo del mes. Hemos retomado las clases del Máster con fuerza, pero de momento no me quejo, así que se puede decir que la cosa va bien. Y además me están llegando muy buenas notas de las asignaturas pasadas (yuju!!).
Os veo en breve con más recetas y novedades.
Un besiño enooorme!
Información nutricional del Pan Tigre
Calorías totales: 1200 kcal
Calorías por ración (2 bollos/raciones): 600 kcal/bollo